miércoles, 17 de septiembre de 2008

9. REFLEXIONES FINALES

Cada viaje que uno logra concretar, representa, a su modo, una experiencia de comparación con la realidad en que uno vive. Porque se ponen de manifiesto, a la vez, los aspectos diferenciales de cada lugar, el ‘otro’ y el propio, si uno tiene el hábito de la reflexión honesta. En lo personal, solo añado, a la breve reseña que vengo de concluir, que tenemos mucho que aprender de las culturas no-occidentales. Eso es algo que va tomando fuerza continua en Occidente. Hemos vivido en una glorificación, no siempre bien ponderada, de la cultura occidental, y con los ojos cerrados para toda otra cosa (hablo en términos generales como puede entenderse). Descubrir la sabiduría del Oriente es una tarea apenas comenzada, sobre todo por la magnitud de esas culturas, aunque ya hayan pasado algunas décadas. A la vez, muchas de nuestras cualidades culturales positivas pueden ser alimento creador de nuevas experiencias para la gente de los países no-occidentales. Muchos de ellos estuvieron apartados, asimismo, de otras culturas diferentes de las suyas. Un ejemplo interesante de curiosidad por ‘lo otro’, fue el de Marco Polo quien viajó a China desde Venecia en 1271. Un buen propósito sería leer-releer sus ‘Viajes’. Cierro esta rememoración del viaje, con un sorprendente texto del escritor francés Gustave Flaubert (1821-1880), célebre por su obra Madame Bovary. El texto se encuentra en las ‘notas póstumas’ para la continuación de su novela inconclusa, de publicación póstuma en 1881: Bouvard y Pécuchet. Esta es una de las grandes novelas críticas de la cultura occidental del Siglo XIX francés. Acabo de releerla (febrero 2007) en Lo Marín, Chile, donde di forma a estos comentarios. En verdad, no había dado su peso a este fragmento antes de mi viaje: “(...) Bouvard ve el futuro de la humanidad color de rosa. El hombre moderno progresa. Europa será regenerada por Asia. Siendo ley de la historia que la civilización vaya de oriente a occidente - papel de la China -, al fin las dos humanidades se fundirán”.

viernes, 5 de septiembre de 2008

BEIJING

(Plaza Tian Men, La Ciudad Prohibida, Teatro Rojo, La Gran Muralla, El Templo de los Lamas, El Templo Taoísta de la Nube Blanca) Los grandes monumentos históricos de esa ciudad de 15 millones de habitantes (17.000 km cuadrados con sus alrededores y 2.800.000 automóviles –diciembre 2007) aparecen con frecuencia creciente en documentales de TV, en sitios de Internet, fuera de las tradicionales guías turísticas del tipo de Lonely Planet. La famosa Plaza Tian an Men (significa puerta del cielo o puerta celestial) tiene una superficie de 800 metros por 500 metros, lo que hace 40 hectáreas. En ese espacio se puede reunir hasta 2 millones de personas (fuente: Sr. Ernesto, nuestro guía). El desarrollo modernista (o como se le quiera denominar) se percibe en la vida cotidiana, en calles y tiendas, en librerías donde el comprador interesado puede encontrar hoy, por ejemplo, a 30 años de finalizada la ‘revolución cultural’ (1966-1976), libros en diferentes idiomas y música de diferentes países. El crecimiento de China aflora continuamente y no es necesario ser un experto para notarlo. Y, aun cuando mucho se está construyendo y restaurando para recibir al turismo masivo que llegará (y llegó) en 2008 para los Juegos Olímpicos de Beijing, el resto de las cosas que pudimos admirar no estaban exclusivamente en Beijing (ciudades, carreteras...) Un recordatorio numérico relativo a La Gran Muralla (iniciada en el siglo III a.C), añade condimentos a la idea de la magnitud de ese país, inusitada para nosotros. La extensión de La Gran Muralla es de: 6.350 km lineales, su altura varía entre 8 y 10 metros, el ancho varía entre 5 y 8 metros. Cada 500 metros hay una ‘atalaya’ se utilizaban para mandar señales (fuego durante la noche, humo durante el día, y acopiar munición puesto que esa Muralla se erigió para defender el territorio de diversos ataques, como se sabe. Un dato más: hace 2000 años atrás, de 6 millones de obreros comprometidos en la construcción de la Gran Muralla, 1 millón trabajaron allí obligados. ¿Cúantos murieron en ese proceso? Se movieron 160 millones de metros cúbicos de tierra, 80 millones de metros cúbicos de piedra. Un ejemplo interesante en cuanto a las magnitudes que se conciben en China, y que continuamente nos han sorprendido, tiene que ver con el arte. La Academia Nacional de Bellas Artes, en Beijing (actualmente en proceso de construcción pero con un 50% aproximadamente ya habilitado), tendrá 76.000 metros cuadrados cuando se concluya (no hay errores de ceros). En la zona ya habilitada luce esplendente la maqueta de ese total. En la amplia sala de exposiciones de una de las universidades (Tsinghua University), expone un maestro pintor activo en sus casi 90 años de vida; trabaja sobre la base de los trazos de la caligrafía. Magníficos catálogos-libro estaban allí a disposición de los visitantes. (Debo agradecer enfáticamente ambas visitas guiadas a la inapreciable gestión la Embajada de Chile en China). También es más que notorio que esa percepción sobre China, a la que aludo continuamente, atañe no sólo a una mirada personal, según dije al comienzo de este relato, sino también a los lugares y recorridos que este viaje tenía previstos, de sur a norte (desde Xin Hui en Cantón, hasta Beijing, en el noreste de ese increíble país). La Ópera de Pekín, a una de cuyas funciones asistimos, motiva, a su vez, una comparación. No corresponde a nuestra cultura, que los monjes sean expertos en artes marciales (como los monjes delTemplo Shaolín), o en alguna otra disciplina física, asimismo, es inusual para nosotros occidentales, que cantantes de ópera sean a la vez increíbles acróbatas, y practicantes de artes marciales. En los movimientos de los artistas de la Ópera China, en escena, es posible reconocer muchos de los movimientos que corresponden a Kung Fú, Qi Gong, Tai Chi.